Artículo de: Tomo LVI    •    Número 246    •    México D.F., 2006

 

EUTANASIA Y DERECHO: HACIA UNA ETICA DE LA AUTONOMIA

Adrián Rentería Díaz*

Sumario: Premisa I. Problemas de definición. II. Eutanasia y moral. III. Eutanasia y derecho. IV. Contra la eutanasia. V. Sacralidad de la vida y principio de la autonomía. VI. A favor de la eutanasia. VII. ¿Un derecho a morir?

Premisa

L

as aplicaciones prácticas de la medicina y de la biología están transformando de modo radical la vida humana, así como nuestra percepción de ella. Se puede decir, sin riesgo de exagerar, que estamos frente a una “medicalización” cada vez más acentuada de la vida humana, tanto en su inicio (el nacimiento) como en su final (la muerte). En efecto, si hasta hace pocos decenios las personas nacían y morían en su propia habitación, hoy por lo general la vida y la muerte son procesos que se verifican en estructuras sanitarias, fuera del contexto familiar. Esta medicalización ha generado algunos efectos prácticos problemáticos que desde hace tiempo la medicina, y más recientemente otras disciplinas (la filosofía, la ética, el derecho, etc.) han tenido necesidad de afrontar, dando vida de ese modo a la bioética, una reflexión interdisciplinaria que tiene como objeto precisamente el examen concreto de las implicaciones (éticas, morales, religiosas) que resultan de las aplicaciones de la medicina y de la biología a la vida humana.

En lo que respecta a las fases iniciales de la vida humana, a las que se suele referir como “bioética de inicio de la vida”, las cuestiones problemáticas se conectan con tópicos como la procreación asistida, con toda una carga de aspectos con los que el derecho, como estructura regulativa, tiene que hacer las cuentas: congelamiento de embriones fecundados, posibilidad de diagnósticos pre-implanto, número de embriones a implantar, la procreación heteróloga, es decir en la que se procede a través del uso de gametos de una persona ajena a la pareja, aspectos todos, y muchos más, vistos a la luz del problema focal del estatus jurídico del embrión. Acerca de toda esta compleja problemática existe una amplia literatura especializada, filosófica, jurídica, médica, sociológica, etc., la cual desde diversas perspectivas examina con atención cada uno de estos aspectos a partir de sus peculiaridades y a partir también de las diferentes soluciones que el derecho ha establecido en los ordenamientos jurídicos particulares. Por otra parte, en la que me situaré en este escrito, las fases finales de la vida humana, que se suelen reconducir en la fórmula “bioética de fin de la vida”, dan lugar a problemas muy espinosos como la eutanasia, las disposiciones anticipadas de voluntad, los cuidados paliativos, la obstinación terapéutica, y varios más conectados de alguna manera con éstos. En efecto, en casi todas las sociedades occidentales hemos asistido en el curso de los últimos decenios a una progresiva “ampliación” de las expectativas de vida, en términos cuantitativos; con la consecuencia, fácil de imaginar, que hoy en días las principales causas de muerte residen en enfermedades crónicas y degenerativas, y no agudas (violentas como algunas enfermedades infectivas) como en el pasado, en las que la intervención de la medicina moderna juega un papel importante. Un papel importante precisamente en la medida en que es capaz de poner los operadores sanitarios, los enfermos y sus familias, frente a opciones éticas controvertidas y lacerantes, pues en ciertas condiciones da la impresión que puede prologar al infinito la vida biológica de las personas, generan así una compleja problemática.

La relevancia, moral, jurídica, social y política, de ambas esferas problemáticas, es indudable, de modo que, como anticipaba antes, mi interés se limitará a la segunda (la bioética de fin de la vida) y, dentro de ella, sólo a la cuestión de la eutanasia. La particular importancia de la eutanasia no necesita mayores argumentaciones, pues es suficiente evidenciar como tal problema, en la acepción que aquí se usará, no permite el uso de subterfugios refinados, pues nadie en su sano juicio puede poner en tela de juicio el estatus de persona a un individuo enfermo en una fase terminal, para ponernos así frente a la necesidad de una nueva moral. En efecto, en otras importantes cuestiones bioéticas, por ejemplo el aborto, para sostener una u otra posición (a favor o contra) se suele usar argumentos como cuándo inicia la vida, qué es la persona, mientras que el problema actual de la eutanasia se pone sobre todo en relación a individuos de los que no se puede dudar ni que estén vivos ni que sean personas, y de consecuencia, nos obliga a tomar partido sin ambages entre dos principios fundamentales de labio ética, el de la sacralidad de la vida y el de la dignidad (o calidad) de la vida.

Mi objetivo, en breve, consiste en el intento de esclarecer los términos del problema, los orígenes del concepto y su evolución, así como en proponer algunos elementos de discusión que, sin menoscabo de las implicaciones morales que lo circundan, pongan en evidencia también su carácter pragmático-jurídico en virtud del cual, en la visión que aquí se asume, una regulación jurídica de la eutanasia que la permita, en determinadas circunstancias y bajo condiciones específicas, no es ni descabellado ni inmoral.