Artículo
de: Tomo LVI Número
246 México
D.F., 2006
EUTANASIA
Y DERECHO: HACIA UNA ETICA DE LA
AUTONOMIA
Sumario:
Premisa I.
Problemas de definición.
II.
Eutanasia y moral.
III. Eutanasia
y derecho. IV.
Contra la eutanasia.
V. Sacralidad
de la vida y principio de
la autonomía. VI.
A favor de la eutanasia.
VII. ¿Un derecho a
morir?
L
as aplicaciones prácticas de la
medicina y de la biología están
transformando de modo radical
la vida humana, así como nuestra
percepción de ella. Se puede decir,
sin riesgo de exagerar, que estamos
frente a una “medicalización”
cada vez más acentuada de la vida
humana, tanto en su inicio (el
nacimiento) como en su final (la
muerte). En efecto, si hasta hace
pocos decenios las personas nacían
y morían en su propia habitación,
hoy por lo general la vida y la
muerte son procesos que se verifican
en estructuras sanitarias, fuera
del contexto familiar. Esta medicalización
ha generado algunos efectos prácticos
problemáticos que desde hace tiempo
la medicina, y más recientemente
otras disciplinas (la filosofía,
la ética, el derecho, etc.) han
tenido necesidad de afrontar,
dando vida de ese modo a la bioética,
una reflexión interdisciplinaria
que tiene como objeto precisamente
el examen concreto de las implicaciones
(éticas, morales, religiosas)
que resultan de las aplicaciones
de la medicina y de la biología
a la vida humana.
En lo que respecta a las fases
iniciales de la vida humana, a
las que se suele referir como
“bioética de inicio de la
vida”, las cuestiones problemáticas
se conectan con tópicos como la
procreación asistida, con toda
una carga de aspectos con los
que el derecho, como estructura
regulativa, tiene que hacer las
cuentas: congelamiento de embriones
fecundados, posibilidad de diagnósticos
pre-implanto, número de embriones
a implantar, la procreación heteróloga,
es decir en la que se procede
a través del uso de gametos de
una persona ajena a la pareja,
aspectos todos, y muchos más,
vistos a la luz del problema focal
del estatus jurídico del embrión.
Acerca de toda esta compleja problemática
existe una amplia literatura especializada,
filosófica, jurídica, médica,
sociológica, etc., la cual desde
diversas perspectivas examina
con atención cada uno de estos
aspectos a partir de sus peculiaridades
y a partir también de las diferentes
soluciones que el derecho ha establecido
en los ordenamientos jurídicos
particulares. Por otra parte,
en la que me situaré en este escrito,
las fases finales de la vida humana,
que se suelen reconducir en la
fórmula “bioética de fin
de la vida”, dan lugar a
problemas muy espinosos como la
eutanasia, las disposiciones anticipadas
de voluntad, los cuidados paliativos,
la obstinación terapéutica, y
varios más conectados de alguna
manera con éstos. En efecto, en
casi todas las sociedades occidentales
hemos asistido en el curso de
los últimos decenios a una progresiva
“ampliación” de las
expectativas de vida, en términos
cuantitativos; con la consecuencia,
fácil de imaginar, que hoy en
días las principales causas de
muerte residen en enfermedades
crónicas y degenerativas, y no
agudas (violentas como algunas
enfermedades infectivas) como
en el pasado, en las que la intervención
de la medicina moderna juega un
papel importante. Un papel importante
precisamente en la medida en que
es capaz de poner los operadores
sanitarios, los enfermos y sus
familias, frente a opciones éticas
controvertidas y lacerantes, pues
en ciertas condiciones da la impresión
que puede prologar al infinito
la vida biológica de las personas,
generan así una compleja problemática.
La relevancia, moral, jurídica,
social y política, de ambas esferas
problemáticas, es indudable, de
modo que, como anticipaba antes,
mi interés se limitará a la segunda
(la bioética de fin de la vida)
y, dentro de ella, sólo a la cuestión
de la eutanasia. La particular
importancia de la eutanasia no
necesita mayores argumentaciones,
pues es suficiente evidenciar
como tal problema, en la acepción
que aquí se usará, no permite
el uso de subterfugios refinados,
pues nadie en su sano juicio puede
poner en tela de juicio el estatus
de persona a un individuo enfermo
en una fase terminal, para ponernos
así frente a la necesidad de una
nueva moral. En efecto, en otras
importantes cuestiones bioéticas,
por ejemplo el aborto, para sostener
una u otra posición (a favor o
contra) se suele usar argumentos
como cuándo inicia la vida, qué
es la persona, mientras que el
problema actual de la eutanasia
se pone sobre todo en relación
a individuos de los que no se
puede dudar ni que estén vivos
ni que sean personas, y de consecuencia,
nos obliga a tomar partido sin
ambages entre dos principios fundamentales
de labio ética, el de la sacralidad
de la vida y el de la dignidad
(o calidad) de la vida.
Mi objetivo, en breve, consiste
en el intento de esclarecer los
términos del problema, los orígenes
del concepto y su evolución, así
como en proponer algunos elementos
de discusión que, sin menoscabo
de las implicaciones morales que
lo circundan, pongan en evidencia
también su carácter pragmático-jurídico
en virtud del cual, en la visión
que aquí se asume, una regulación
jurídica de la eutanasia que la
permita, en determinadas circunstancias
y bajo condiciones específicas,
no es ni descabellado ni inmoral.
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